Cuesta largó un remate cruzado imposible para Juan Marcelo Ojeda y provocó un silencio de madrugada en el predio morlaco. Justo cuando el expreso austral atacaba en tromba, por todos lados, hiriente, en busca del gol que rompa el 1-1 que, hasta entonces, el local no merecía por toda la cantidad de veces que llegó con peligro sobre el área visitante. No se había visto hasta entonces una versión tan vertical y profunda de Deportivo Cuenca. Uno, dos, tres... cinco remates al arco. Un disparo estampado en el vertical. Una saga de cuatro remates en menos de 60 segundos en el primer tramo del segundo tiempo que pudo significar el punto de quiebre a favor del expreso austral.
Pero este Deportivo Cuenca siempre juega abrumado por la necesidad. En falta. Y quizá aquello precisamente es lo que lo descontrola y le hace fallar cuando no tiene que fallar. Corría el minuto 23 y otro exjugador colorado, Federico Laurito, el causó el primer silencio profundo en la grada y adelantó a los camaratas. Y luego de tanta insistencia, de jugar vertical y fluido, luego de que se fallaran chances claras, al minuto 65 Estupiñán empujó la pelota y el rojo empató el partido 1-1.
Y devino el momento álgido del partido. La hinchada, a pleno grito y canto, empujaba al equipo colorado. El equipo colorado mordía y atacaba. Pero marraron goles Andrés Ríos, Estupiñán... Estuvieron muy cerca Manso y Gregory González.
Y, cuando la atmósfera era de final, la Católica se puso a jugar. Cercó cinco minutos a Deportivo Cuenca y en una tejida perfecta logró el gol del triunfo, al minuto 80, con el tanto de Jorge Luis Cuesta, un morlaco que en esta ocasión sí ha sido profeta en su tierra.