“Es un déficit del futbolista ecuatoriano. En la parte física y técnica están en un nivel buenísimo, es mi manera de ver, pero esas cuestiones emocionales, mentales son las que les hace trastabillar y no lograr el objetivo como tendría que lograrlo con la potencialidad que tiene”.
Para Juan Manuel, bonaerense radicado en Cuenca desde hace siete años, considera que, muchas de las veces, en el medio prolifera el conformismo, el planteamiento de objetivos a muy corto plazo. “Si un jugador dice: yo quiero jugar en Primera, cuando llega a Primera debe plantearse un objetivo nuevo que lo movilice a ir por más”.
¿Ayuda una sanción a corregir un acto de indisciplina?, “sí, porque te hace recapacitar. Todo acto trae una consecuencia, es una ley. Si cometés un acto y no tiene una consecuencia no deja ninguna huella y aprendizaje y hay lugares donde esto es necesario”.
Apasionado
En un partido del Deportivo Cuenca, a Juan Manuel es común observarle sufrir con la misma intensidad con la que festeja un tanto. El equipo de a poco conquistó esa pasión que sentía por Boca Juniors cuando recién llegó a la Atenas del Ecuador. “Trabajando acá se sufre un poco más y se vive todo a flor de piel”.
Empezó a trabajar en el Deportivo Cuenca en 2009 como psicólogo del primer plantel, después extendió su labor a las formativas y hoy, sin descuidar su rol, está al frente de las divisiones inferiores de la institución morlaca.
No es casualidad que los juveniles le estimen demasiado. “Esto es una dedicación de 24 horas, no es que se apaga el teléfono o el sábado y domingo se dedica a la familia y esto queda a segundo plano. Si alguien está enfermo me llama a las diez, once de la noche y buscamos la manera de solucionar. Lo importante es estar a disposición de ellos para que se sientan cómodos y tengan la contención necesaria”.
Costeño-cuencano
Tratar de “batallar” con un grupo bien heterogéneo, desde el punto de vista psicológico, no es sencillo. “Son adolescentes, y la adolescencia es muy compleja, muy dinámica… de allí que es importante no dejarles solos”. Para entender el comportamiento de un jugador es importante conocer su lugar de procedencia, explica.
“Los chicos que vienen de otros lados tienen una cosa en su contra que es el tema del desarraigo, son costumbres y alimentación diferentes, los afectos están lejos; en cambio, los chicos de Cuenca, si bien son más cerrados, les cuesta más abrirse cuando hay un problema particular, por ahí tienen la contención familiar, de los amigos… el costeño es mucho más abierto y por ahí viene a contarte un problema, no tienes que estar atrás como puede ser con un cuencano que hasta que confíe en vos, te va midiendo, como que va analizando de a poco la situación. El costeño confía en vos de entrada si lo defraudas ya no vuelve a confiar más”.
La esposa y dos hijos de Juan Manuel son cuencanos y, por el momento, no pasa por su mente regresar a su natal Buenos Aires. Y es que de Cuenca rescata las condiciones que brinda para vivir en familia.