Cumplen una labor “silenciosa”, pero muy importante. Los utileros han pasado a formar parte de los equipos profesionales de fútbol y actualmente son tan indispensables como los entrenadores, preparadores físicos, médicos, fisioterapistas, etc.
Marcelo Ortega, realiza esta labor en el Deportivo Cuenca junto a Gilberto Pinargote y Alberto Calvinagua hace 14 años (actualmente tiene 44).
Como todos los días se levanta temprano, pues sus actividades empiezan a las 07:00. Si es una sola jornada termina a las 14:00, dependiendo el tipo de trabajo que haga “el profe”. Cuando es doble y triple turno terminan cerca de las 19:00.
La faena inicia con la limpieza del calzado (deportivo y pupos), utilizando “un trapo húmedo, cepillo y agua caliente” para luego colocarlo en las respectivas canastas de los jugadores. “Debemos de memorizarnos la indumentaria de cada uno, desde una licra hasta el calzado que usa para los entrenamientos y los partidos oficiales (…) No hay nada de difícil, todo es cuestión de tener gusto por lo que hacemos”.
Ortega se fija en cada detalle, incluso en las marcas de zapatos que prefieren los elementos del Deportivo Cuenca. “Hoy en día se encuentran a la moda los modelos y los colores fluorescentes de Nike o Adidas. La mayoría usa calzado de sus respectivos auspiciantes”, dijo.
Los utileros también recogen los uniformes: interiores y exteriores (camisetas y pantalonetas de entrenamientos tienen diferentes colores para cada día de la semana). “Mandamos a lavar estas prendas. No planchamos porque son confeccionados con una tela especial que no se arruga; después las doblamos y colocamos en el respectivo casillero, que lleva el nombre de cada jugadores”.
Por su estrecha relación con los jugadores ha sido “víctima” de muchas bromas. Una de ellas precisamente le ocurrió en el 2004, año en el que Deportivo Cuenca se consagró campeón. “Con la complicidad de Gilberto fui llamado al cuarto de los extranjeros y me dejaron como Dios manda al mundo. Después me llevaron al comedor ante la mirada atónita de las cocineras (…) No sabía qué hacer (…)”.
Ortega resaltó que generalmente cuando un jugador nuevo llega al Club, lo primero que hace es presentarse como nuevo integrante del equipo. “Tratamos de darle toda la confianza para que se sienta bien”.
Como reza la popular frase: de todo hay en la viña del señor, Ortega reconoce que ha tratado con muchos futbolistas “difíciles” e incluso llegó a tener algunos encontrones sin mayor gravedad. “Por ejemplo: varias veces me han pedido un tipo de calzado y resulta que después no quieren ése porque la cancha está mojada o muy seca, sin embargo uno aprende de todo eso y por tal razón no les llevo solo uno sino tres y hasta cuatro pares para evitar contratiempos”.
Mientras cuenta sus experiencias, recalca que siempre ha sido hincha del “Expreso Austral” y que es un jugador frustrado por falta de recursos económicos (llegó a entrenar en Estrella Roja). “En la escuela nos llevaban a todos los partidos del Cuenquita. Me acuerdo que antes la entrada era gratis para los niños, solamente debíamos llevar un ladrillo o una piedra para la construcción del estadio (…) Para mi no hay Real Madrid, FC Barcelona, ni Manchester United, el mejor siempre será Deportivo Cuenca”.
Ortega finalmente confesó que inició en este trabajo “bonito” y “relajante”, con Angel Pesántez, asistente técnico del Deportivo Cuenca, en ese entonces. “En una reunión de la escuela Luis Cordero, donde teníamos a nuestros hijos, le pregunté en son de broma: tiene un trabajito, aunque sea de asistente técnico y se sonrió y me dijo: hay un puesto de utilero y sin pensarlo dos veces acepté este nuevo desafío.
Caí bien porque aprovechando mis conocimientos de técnico industrial (daba clases de ajuste mecánico) me puse a construir vallas de piso, vallas de salto, escaleras, arcos movibles, estacas, trineos, barreras, etc, que no había en el Club.
Cuando llegué solamente habían 20 platos y 10 conos”.
fuente: elmercurio.com.ec
