Bryan es el primer hijo de una familia conformada por seis personas, cree profundamente en la palabra de Dios, en su vehículo siempre suena música cristiana, pues, es su inspiración para jugar al fútbol y aceptar la distancia que por ahora tiene con sus padres y los tres hermanos.
El “petizo” jugador llegó a El Nacional a los 11 años, ahí pulió sus cualidades con el balón, debutó en el fútbol profesional en 2012, con el mismo conjunto militar, jugó 15 partidos y anotó un gol. Ahí fue visto por el entrenador Paúl Vélez, quien lo llevó al Técnico Universitario para jugar la Serie B, actuó en 38 partidos y registró cuatro tantos.
A año seguido el estratega cuencano le trajo a las filas de los camisetas coloradas y ha actuado en cuatro ocasiones anotando dos goles, los únicos, pero hasta ahora los más importantes porque sirivieron para vencer en los últimos minutos al Barcelona por 3-2 y a River Ecuador por el mismo marcador. Tantos que le han catapultado y que para sus compañeros de entrenamiento se ha convertido en el jugador del momento.
Pregúntele ¿por qué está alzado?, dijo Miguel Bravo, previo a la entrevista que Bryan Oña concedió ayer luego de la práctica a este Diario. A lo que el volante respondió: No es así, eso lo dice por molestarme, es un gran amigo a Miguel lo conozco desde El Nacional; ahí jugamos juntos.
Sí. Desde que marqué los goles que sirvieron para que el equipo gane al Barcelona y River Ecuador en las fechas anteriores.
Sonríe. No. Yo trabajo todos los días para ser tomado en cuenta, el entrenador decide si me hace jugar o no, yo cumplo órdenes y gracias a Dios se dieron las oportunidades par anotar.
Siempre me dice que entre y demuestre lo que sé, que desequilibre, que entre a marcar la diferencia, que pise constantemente el área y que saque disparos al arco.
Sí. Porque además de la felicidad personal, ayudo para que el equipo gane. Eso me brinda confianza. Yo seguiré entrenando para ser tomado en cuenta y jugar de titular, llegué al Cuenca con ese objetivo y se que lo alcanzaré ya tengo más minutos en el campo de juego.
Me han felicitado, algunos dicen que me he agrandado porque estoy en la boca de todos. Pero, yo soy y seré el mismo de siempre, tranquilo en todos los aspectos de la vida, se asimilarlo con madurez y frialdad, esto es lo que me gusta y seguiré por el mismo camino apegado a la voluntad de Dios, él es el ejemplo de vida para todos.
Claro, ya estoy cinco meses acá, la gente me ha tratado bien, me han acogido de buena manera. Estoy tranquilo porque solo tengo que entrenar. El Cuenca es una familia, acá somos unidos todos.