“Siempre me despierto antes de las 08:00, cuando me da tiempo llevo a mi hija a la guardería, caso contrario voy directo al entrenamiento; mi jornada termina a las 23:00, a esa hora me voy a descansar”, confiesa Andrés Oña, capitán y figura del Deportivo Cuenca.
Para el volante de corte del expreso austral, quien guarda en su hogar un sinnúmero de recuerdos, entre ellos dos cuadros con las fotografías de la Selección Nacional Sub-20, que él intregó, el Deportivo Cuenca ha pasado a formar parte de su vida, pues después de jugar en las divisiones formativas del Independiente del Valle, el cuadro rojo es su segundo club, en el cual en su segunda temporada ha adoptado el brazalete de capitán, distinción que para él es un sentimiento muy grande.
Recuerdos
“Decidí venir al Cuenca porque buscaba ser titular, que en el Independiente no lo fue, y desde que llegué acá me han tratado muy bien, me acostumbre muy rápido a la ciudad, a su gente y al club; me trataron muy bien”, recuerda Oña, mientras intenta evitar que su hija Emilia Fernanda de cuatro años se cruce frente a la cámara de Diario EL TIEMPO.
Recuerda también que el profesor Paúl Vélez y el presidente del club, Galo Cárdenas lo llamaron y siempre le gustó la idea de salir por primera vez de Sangolquí. Al llegar al complejo de Patamarca, se acercó a Hamilton Piedra y Andrés López, elementos con quienes integró la Tricolor sub-20.
Siendo ese el punto de partida del talentoso volante de marca de los camisetas coloradas, quien en 2015, fue uno de los jugadores más regulares y en lo que va de esta temporada ha disputado todos los partidos (15), por eso el actual estratega Álex Aguinaga le puso la cinta de capitán desde el primer cotejo.
Tiene 23 años, pero pese a su juventud dice estar con todos los ánimos para tomar la responsabilidad de dirigir, defender y velar por los intereses del equipo y del grupo de jugadores. “Esto es una gran responsabilidad, estoy agradecido con el profesor Álex, por la confianza, esto servirá para consolidarme más en el fútbol profesional”, comentó Andrés Oña, quien también manifiesta que siempre tiene la ayuda de sus compañeros, ya que en él está el peso dentro y fuera de un campo de juego. Familia
Para Andrés Oña, la familia es lo más importante que existe en su vida, lleva casado cerca de cinco años con Karina Suárez, a quien la conoció desde el colegio, allá en Sangolquí. “No nos dirigíamos ni la palabra, luego nos empezamos a ver y el destino nos unió; no le gustaba para nada el fútbol, pero ahora me acompaña a todos los partidos”, sonríe el jugador de los morlacos.
En su casa, prima mucho la fe en Dios y la Virgen; todos los domingos asisten misa en la iglesia de Fátima. “Siempre agradecemos a ellos por la sabiduría, la inteligencia y la fortaleza que nos dan”, dice Oña. Descanso
Andrés, luego del entrenamiento regresa a su casa a almorzar, siempre se toma una siesta de alrededor de dos horas, a decir del futbolista es para recuperar las energías, luego y hasta las 23:00 se dedica al 100 por ciento a su familia. “En Cuenca estamos a gusto, es una ciudad para vivir, para salir a pasear por la calle sin ningún temor, disfrutamos mucho de la ciudad, cuando estamos libres siempre vamos a conocer nuevos lugares”, finaliza el capitán y una de las figuras del Deportivo Cuenca, con quien aspira a clasificar a una copa internacional y de ser posible pelear por la final del torneo.
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“Decidí venir al Cuenca porque buscaba ser titular, que en el Independiente no lo fue, y desde que llegué acá me han tratado muy bien, me acostumbre muy rápido a la ciudad, a su gente y al club; me trataron muy bien”, recuerda Oña, mientras intenta evitar que su hija Emilia Fernanda de cuatro años se cruce frente a la cámara de Diario EL TIEMPO.
Recuerda también que el profesor Paúl Vélez y el presidente del club, Galo Cárdenas lo llamaron y siempre le gustó la idea de salir por primera vez de Sangolquí. Al llegar al complejo de Patamarca, se acercó a Hamilton Piedra y Andrés López, elementos con quienes integró la Tricolor sub-20.
Siendo ese el punto de partida del talentoso volante de marca de los camisetas coloradas, quien en 2015, fue uno de los jugadores más regulares y en lo que va de esta temporada ha disputado todos los partidos (15), por eso el actual estratega Álex Aguinaga le puso la cinta de capitán desde el primer cotejo.
Tiene 23 años, pero pese a su juventud dice estar con todos los ánimos para tomar la responsabilidad de dirigir, defender y velar por los intereses del equipo y del grupo de jugadores. “Esto es una gran responsabilidad, estoy agradecido con el profesor Álex, por la confianza, esto servirá para consolidarme más en el fútbol profesional”, comentó Andrés Oña, quien también manifiesta que siempre tiene la ayuda de sus compañeros, ya que en él está el peso dentro y fuera de un campo de juego.
Para Andrés Oña, la familia es lo más importante que existe en su vida, lleva casado cerca de cinco años con Karina Suárez, a quien la conoció desde el colegio, allá en Sangolquí. “No nos dirigíamos ni la palabra, luego nos empezamos a ver y el destino nos unió; no le gustaba para nada el fútbol, pero ahora me acompaña a todos los partidos”, sonríe el jugador de los morlacos.
En su casa, prima mucho la fe en Dios y la Virgen; todos los domingos asisten misa en la iglesia de Fátima. “Siempre agradecemos a ellos por la sabiduría, la inteligencia y la fortaleza que nos dan”, dice Oña.
Andrés, luego del entrenamiento regresa a su casa a almorzar, siempre se toma una siesta de alrededor de dos horas, a decir del futbolista es para recuperar las energías, luego y hasta las 23:00 se dedica al 100 por ciento a su familia. “En Cuenca estamos a gusto, es una ciudad para vivir, para salir a pasear por la calle sin ningún temor, disfrutamos mucho de la ciudad, cuando estamos libres siempre vamos a conocer nuevos lugares”, finaliza el capitán y una de las figuras del Deportivo Cuenca, con quien aspira a clasificar a una copa internacional y de ser posible pelear por la final del torneo.
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