Los encuentros entre Deportivo Cuenca y Liga de Quito son especiales para el central esmeraldeño Rubén Cangá. Aunque ayer no abrió ante los Albos, en su memoria está presente un 26 de junio del 2013. En el estadio Casa Blanca, el Cuenca ganaba 0-2 con tantos de Víctor Estupiñán y Damián Manso, en los últimos minutos para aguantar el resultado Rubén ingresó por Edder Fuertes y debutó en Primera División.
Tenía 19 años, recién tres en el “Expreso Austral” después que su tío Henry Cangá le trajera a Cuenca al verle destacar en torneos interbarriales e intercolegiales en Guayaquil. Siempre le gustó el fútbol. Veía por televisión a fenómenos internacionales como Ronaldo y se planteaba llegar tan alto como ellos.
“Me inicié como arquero. A los 11 años tapé en Barcelona SC pero por poco tiempo, luego me quisieron federar pero mi papá no quiso, no sé por qué, supongo porque es hincha del Emelec. Luego pasé al colegio (Vicente Rocafuerte) y empecé a jugar como defensa”.
En la actualidad, a sus 22 años, es uno de los buenos prospectos que tiene el Deportivo Cuenca con el que ya lleva 24 partidos oficiales en la Serie A. “Yo lucho día a día para sacar adelante a mi familia. Tengo tres hermanas, la una tiene 23 años y ya se va a graduar de abogada, la otra tiene 18 y va a ingresar a la Universidad y la última está recién nacida”.
Rubén se crió a base de morocho y empanadas. Era el negocio que heredó su padre en Esmeraldas antes que su abuela emigrara a Guayaquil. Después su madre tomó las riendas luego que su progenitor también decidiera trasladarse a la Perla del Pacífico donde en los actuales momentos trabaja como Policía Metropolitano.
Como las películas policiacas eran unas de su preferidas, Rubén en algún momento también pensó en ser policía “a lo pepa del GIR o del GOE”, pero más pudo su pasión ón por el rey de los deportes.
Sus amigos más cercanos le conocen como “Optimus Prime” (un personaje de ficción, el líder de los heroicos Autobots), un mote que adquirió luego que su primo Henry Cangá (hoy en Universidad Católica) dejara el Deportivo Cuenca.
Hoy Rubén no tiene un puesto fijo como titular pero no desmaya en cada entrenamiento. Su sencillez, disciplina y buena vibra le ayudan a tener una buena empatía con sus compañeros y cuerpo técnico.
Tenía 19 años, recién tres en el “Expreso Austral” después que su tío Henry Cangá le trajera a Cuenca al verle destacar en torneos interbarriales e intercolegiales en Guayaquil. Siempre le gustó el fútbol. Veía por televisión a fenómenos internacionales como Ronaldo y se planteaba llegar tan alto como ellos.
“Me inicié como arquero. A los 11 años tapé en Barcelona SC pero por poco tiempo, luego me quisieron federar pero mi papá no quiso, no sé por qué, supongo porque es hincha del Emelec. Luego pasé al colegio (Vicente Rocafuerte) y empecé a jugar como defensa”.
En la actualidad, a sus 22 años, es uno de los buenos prospectos que tiene el Deportivo Cuenca con el que ya lleva 24 partidos oficiales en la Serie A. “Yo lucho día a día para sacar adelante a mi familia. Tengo tres hermanas, la una tiene 23 años y ya se va a graduar de abogada, la otra tiene 18 y va a ingresar a la Universidad y la última está recién nacida”.
Rubén se crió a base de morocho y empanadas. Era el negocio que heredó su padre en Esmeraldas antes que su abuela emigrara a Guayaquil. Después su madre tomó las riendas luego que su progenitor también decidiera trasladarse a la Perla del Pacífico donde en los actuales momentos trabaja como Policía Metropolitano.
Como las películas policiacas eran unas de su preferidas, Rubén en algún momento también pensó en ser policía “a lo pepa del GIR o del GOE”, pero más pudo su pasión ón por el rey de los deportes.
Sus amigos más cercanos le conocen como “Optimus Prime” (un personaje de ficción, el líder de los heroicos Autobots), un mote que adquirió luego que su primo Henry Cangá (hoy en Universidad Católica) dejara el Deportivo Cuenca.
Hoy Rubén no tiene un puesto fijo como titular pero no desmaya en cada entrenamiento. Su sencillez, disciplina y buena vibra le ayudan a tener una buena empatía con sus compañeros y cuerpo técnico.
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